Carlos Marx decía que el motor de la historia es la lucha de clases de Heberto Castillo (sus restos reposan en la rotonda de los Hombres Ilustres) repetía que el amor es más poderoso que el odio. “Ricardo colgó el auricular del teléfono tranquilamente. Luego se sentó con placidez para seguir contemplándola. Sus ojos y memoria recorrían cada centímetro de su cuerpo. Ahí estaba, tendida sobre la blanca sábana luciendo sus magníficas formas. La posición casi fetal resaltaba la voluptuosidad que emanaba de su cuerpo. El color de la cabellera contrastaba con la suavidad y blancura de su piel. Su perfil venusiano descansaba sobre una cómoda almohada, y sus brazos en posición de cruz abrazaban la vida…” Lo cierto es que los relatos de “Huellas de Amor y otras Batallas” los generó el amor filial, fraternal, sensual, erótico, a la naturaleza, a nuestra especie, a los animales…, a la vida. Con la esperanza de que al leerlos se atice la flama del amor que todos poseemos genéticamente.