Uno de los más recientes biógrafos de Samaniego decía no hace mucho (agosto de 1901), hablando de sus obras: «Sus Fábulas, que han alcanzado cientos de ediciones, corren de mano en mano, siendo obligado libro de lectura en todas las escuelas de primera enseñanza.»
Pues bien, no obstante la popularidad de estas fábulas, es tal la fuerza de la rutina, la mezquindad de ciertos editores y hasta, si se quiere, la indiferencia de los autores, que nadie ha pensado en hacer ediciones convenientemente anotadas, como las hay en Francia, muy numerosas y esmeradas, de las Fábulas de La Fontaine