Edgar Allan Poe, poeta, ensayista, y narrador controvertido, cultivó siempre una estética, que es inseparable de su destino espiritual y de su experiencia humana; es decir, que sus vivencias más enaltecedoras y más lastimosas se orientan hacia una belleza que es, a la vez, la expresión de un drama personal y el logro perfecto de un arte vigilado por un sentido estilístico.