Varios equívocos han signado la lectura de «Alicia en el País de las Maravillas» desde que su autor, el reverendo Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), la publicara por su cuenta en 1865 bajo el seudónimo de Lewis Carroll. Ilustrada por John Tenniel, dibujante de «Punch», esa primera edición tuvo extraordinario e inesperado éxito; pero ya entonces la obra fue asimilada (¿degradada?), a la categoría de «literatura infantil» (claro que allí se encontró con textos de Swift, Defoe y otros compatriotas ilustres). Medio siglo después, André Breton la rescató (¿reivindicó?), como antecedente preclaro del surrealismo.